¿Y después, QUÉ?
Y de pronto el tiempo se colapsó…¡moriste!
La rutina de la vida se rompe en un segundo, como si el tiempo simplemente se detuviera. Las prioridades que anteriormente eran de cumplimiento obligatorio y urgente pasan a segundo plano y todos alrededor lo comprenden, por lo menos en las siguientes 72 horas que la ley autoriza a estar fuera de las actividades laborales.
La vida de la persona en duelo se mueve en cámara lenta, como en un sueño, como una pesadilla. Se rompe el esquema normal de vida y dependiendo quién sea la persona fallecida, también se pierde el sentido de todo el qué hacer del doliente. Estar en duelo es ese período de tiempo en el cual muchas cosas pierden sentido y, para algunos, el objetivo es la búsqueda desesperada de equilibrio y la fuerza que devuelva a la estabilidad. Algunos lo logran rápidamente, otros lento y el resto nunca.
Después de ti…¿qué hay?
No hay nada, la vida no vale nada, no tiene sentido nada. Vivir es una tortura, respirar es doloroso y las más básicas actividades físicas normales se alteran. ¿Qué hacemos con todas esas personas en sus puestos de trabajo que ensimismad@s luchan por sacar adelante su trabajo cuando tienen en mente esas frases y se preguntan cómo seguir adelante? Debemos entender que cada duelo es diferente y que no tiene patrón, es un proceso humano individual en el que doliente también ha muerto de cierta forma, parte de él/ella se fue. Y ahora, ¿qué hacemos con lo que queda, con ese ser humano que se siente perdido y sin razón de vida? ¿Cómo le acogemos y le brindamos un espacio para que sepa que no está perdid@ y que puede seguir adelante?
De la mano de todo el desarrollo empresarial y sus nuevas tendencias orientadas a maximizar la productividad y la rentabilidad, debemos aseverar que el capital humano es fuente y generador de esa anhelada meta y por lo tanto apoyarlo a volver y convertirse en la mejor versión de si mism@. Ello se convierte también en objetivo laboral: re-encauzar su fracasos y dolores, su duelo de forma positiva y sana.
Apoyarle a descubrir sus propias herramientas para seguir adelante y responder de forma personal a la pregunta recurrente y tortuosa "Y después,¿QUÉ?". Esa es nuestra tarea como líderes y gestores realmente comprometidos con la empresa y con el país.
